lunes, 17 de noviembre de 2008

Viernes tarde.

Era un viernes, entre las 17 y las 19, quizás las 18. Estaba en el laboratorio de sistemas operativos de la escuela de informática y estaba en mitad de una práctica de ensamblador incrustado en C, vamos, el cúlmen de la diversión. Ya era prácticamente de noche a través de las ventanas del laboratorio, además parecía hacer frio. El profesor continuaba explicando a su marcha.

En uno de esos momentos que transcurrían vi la luz. Me evadí como otras tantas veces y me puse a ver la luz del techo. Imaginé que aquello no era luz artificial, sino la luz del sol colada a través de las rendijas, así que había parado de ser otoño para ser los últimos dias de primavera que daban paso al caluroso verano. Pensé que la puerta del laboratorio daba paso al pasillo de un instituto, uno de los que salen en las series americanas, para más placer. Casí podía oir y ver a la feliz gente de los pasillos que iba con pantalones cortos y se dirigían a la playa que no estaba mas allá de unos cientos metros del instituto. Imaginaba a rubias americanas de televisión yendo también a la playa con sus ajustados ropas, aquello no hacía mas que desesperarme por salir de aquella clase, aunque todo era mentira.

Eran los últimos días del instituto y del último año en el mismo. El año siguiente empezaría la universidad, y ahí muchas mas aventuras en algun campus universitario con pasillos mixtos. Pero bueno, aun estaba delante el verano y las tías estaban esperando allá fuera en la playa. Sin embargo, de repente la visión ya no dió mas de si y volví al laboratorio de sistemas operativos, y allí de nuevo, me di cuenta de la aplastante realidad, ya no estaba en aquel instituto y ya no oia el alboroto del pasillo, solo oia al profesor y el ruido de los ordenadores. El verano había acabado y estaba de nuevo llegando el invierno. Y ya no iba a ir a la universidad el próximo año, no, estaba en ella, pero ni siquiera era como la había imaginado. Ni siquiera había por tantas historias como las que pensaba que sucenderian aquel último año de instituto, compartiendo pasillos en alguna residencia. No, aquello no había sido real, y todo paso a ser oscuro.

De repente lo mejor de la vida había pasado, sin haber pasado. De repente pensé que los mejores momentos de mi vida ya habían pasado, y no, no eran esos que estaba imaginando en el laboratorio. Eran momentos como cuando tenia 18 años y estaba en el mejor año del instituto, o cuando el viaje de fin de curso de la eso y bachiller o en la riviera maya, o momentos cómo cuando tenía 9 años y no tenia preocupaciones o como los que viví el año pasado cuando estaba viviendo en otro pais.

De repente parecía que todo era oscuro y sombrío y ya casi no merecía la pena vivir, puesto que lo mejor había sucedido y se había ido, ya parecía que no se iban a repetir esos momentos en todo lo que me quedara de vida. A partir de ese momento ya perdí la práctica y me pareció llegar a los 80 años, totalmente cansado y esperando que la vida se fuera en cualquier momento. Ya no tenia sentido nada de lo que yo estaba haciendo allí, simplemente esperaba a que fueran las 19 para recoger y poder irme a casa.

De regreso al piso todo parecia frío y oscuro sin futuro. Llegué a la entrada y subi con la bicicleta. Entré a la habitación y comi algo y me puse a preparar la maleta para volver otro fin de semana, pero me parecia que ya todo era sin sentido y vacío. Tanto cansancio acumulado de la semana hizo que decidiera dormir un rato antes de marchar, asi que programé la alarma en el movil y me tiré sobre la cama, me tapé, y en unos pocos minutos de oscuridad, me dormí.

lunes, 3 de noviembre de 2008

Sucedió en el metro.

Mi estancia erasmus en Estocolmo andaba acabando, en poco mas de un mes volvería a mi ciudad natal, pero no habia sucedido aun todo lo que tenía que suceder. Los exámenes habían acabado y esa misma semana tenia la visita de dos amigos, el loco y emea. Sucedió que en la última fiesta de la universidad, mis amigos y yo hicimos el burro como nunca, y a un nivel tan alto que nisiquiera los obreros mas experimentados del lugar podrian soñar en alcanzar. Y allí andábamos nosotros cada uno a su manera, contemplando las mujeres del norte y no tan del norte y diciendo lo que pensábamos de ellas en voz alta, eso si, en valenciano.

Esa fiesta fue una de las mejores, sino la mejor de todo el año, pero la cosa no acababa ahí. Como era lógico, para haber montado tal espectáculo, previamente nos habiamos provisionado de alcohol, bastante alcohol, por lo que la noche pasó en un momento entre risas y comentarios. Aquella misma noche tuvo lugar la gran party in the bathroom.

Cuando la fiesta acabó, demasiado pronto para nuestro gusto, cogimos el metro para volver a casa, y alli sucedió. Mientras algunos amigos subían señales de tráfico al metro (cosa que disgustó al trenista), derepente yo me vi hablando con una chica pelirroja que me atrapó. Yo aun seguía bastate contento, por no decir borracho, pero en aquel momento aquella chica me pareció la única en el mundo. En un momento el mundo se paró y nos pusimos a hablar de vinos y quizás algo mas que no recuerdo. Ella iba con un amigo, creo, y los dos llevaban un brick de vino de chile y copas de cristal y no dudaron en invitarme a una copa y hacer un brindis, así fue como llegamos al asunto del vino. Mientras seguíamos hablando de vinos y yo me perdía en su mirada, el metro llegaba a mi parada, solo era una desde el lugar donde había tenido la fiesta. El metro ya estaba abriendo las puertas y a toda prisa le pregunte si podía darme su correo, facebook o su telefono ya que tenía que volverla a ver, pero ya no había tiempo, los pitidos que indicaban que la puerta se cerraba empezaron a sonar y mis amigos ya estaban bajo así que bajando del metro le pregunte por su nombre, "sana elvi", y las puertas se cerraron para siempre.

A toda prisa me dispuse a sacar el móvil para apuntar su nombre y buscarla por algun lugar en cuanto estuviera en condiciones. Sabía que debía volverla a ver como fuera y que debía encontrarla. Los siguientes días estuve buscando sana elvi por el facebook y similares, y preguntando como se escribía a los suecos, pero no pude encontrarla.

A día de hoy me arrepiento de no haberme quedado en ese vagón, aunque fuera el último metro de la noche ya me las habría apañado para volver a casa, eso no habría importado ahora. Me arrepiento mucho de no haberme quedado en el metro solo para ver lo que pasaba aunque quizás esta historia ya no fuera tan pastelosa como es, pero al menos no me quedaría con la duda de saber que podría haber pasado con aquella chica que me atrapó y me invitó a vino.